Postal repetida en los últimos años, Puerto Madero vende una imagen de pulcritud y belleza que no siempre es fiel reflejo de la realidad.
En mi infancia y juventud la zona de Puerto Madero no era más que una barrera de edificaciones de ladrillo totalmente abandonadas. Los depósitos de la Aduana de Buenos Aires eran criaderos de ratas y palomas y el sólo pasar frente a ellas me hacía recordar los cuentos de Edgard Allan Poe. Lo tétrico de la zona donde la humedad comía los ladrillos centenarios y las maderas se pudrían al sol quedaban como anécdota en el viaje hacia una Costanera Sur sin Reserva Ecológica y aún operativa para los que intentaban un baño por entonces apenas contaminante.
Los edificios siguen siendo los mismos pero remozados y con muchos más que los ubican como un punto turístico importante. Han desaparecido los silos de Molinos Río de La Plata y una que otra edificación centenaria que molestaba a los constructores de torres de apartamentos.
En los 90 la zona se urbanizó y convirtió en el refugio de todos aquellos que debían lavar dinero por accionar político, empresarial o de narcotráfico.
Lo que se dice el Jet-Set vernáculo.
Pero Buenos Aires siempre fue zona de malandras.
Una ciudad portuaria que vivía del contrabando y originalmente no tenía puerto.
Desde su fundación, Buenos Aires utilizó el "Riachuelo de los Navíos" para el desembarco de mercaderías, que por cierto se realizaba de una manera muy modesta y cara: los barcos se fondeaban a cierta distancia de la costa y mediante carretas y botes se acercaban a los pasajeros y mercancías hasta la orilla, ya que no existía ni siquiera un muelle. Hasta fines de 1770, ya se habían presentado cerca de 60 proyectos alejados de la zona del Riachuelo, ninguno de los cuales había llegado a "buen puerto".
Recién en 1872 se construyen el muelle y los depósitos Las Catalinas, ubicados en la bajada de las actuales calles Córdoba y Viamonte. Es entonces cuando, una vez resuelta la federalización de Buenos Aires, se reconoció la necesidad impostergable de construir un puerto como la gente. En 1881 el ingeniero Luis Huergo primer ingeniero de la Argentina y primer presidente de la Sociedad Científica Argentina, presenta un original proyecto y un año después el comerciante Eduardo Madero de quién incluso se duda de que haya culminado sus estudios primarios, expone el suyo. Se trata de dos propuestas muy diferentes, que representaban intereses contrapuestos y provocaron encendidas polémicas en la época.
Madero presentó un total de tres proyectos para realizar el puerto, siendo el último ( de 1881) el aprobado por el presidente Julio Argentino Roca, siendo el diseñador el ingeniero John Hawkshaw. Sobre el particular se habla de que el proyecto fue seleccionado gracias a que el comerciante aseguró un "retorno" del 10% a la autoridad competente.
El Plan de Huergo era mucho más realista y consistía en la construcción de dársenas abiertas o dentiformes desde el Riachuelo hacia el Norte, lo que permitiría ampliaciones futuras. El de Madero, en cambio, requería la construcción de una serie de diques cerrados, interconectados mediante puentes y esclusas angostas que acotaban el tamaño de los barcos que podían pasar. En 1882, bajo la presidencia de Julio A Roca, el Congreso Nacional aprueba el proyecto de Madero, desestimando así el presentado por Huergo. El contrato ascendía a 20 millones de pesos oro sellado y ya supondrá usted cuanto dinero se repartió por entonces entre los que votaron a favor de Madero.
La obras comenzaron el 1° de abril de 1887 y finalizaron el 31 de marzo de 1898. Sin embargo, en menos de una corta década las instalaciones portuarias resultaron obsoletas, evidenciando sus limitaciones, apenas el fuerte crecimiento del intercambio comercial las volvió claramente inapropiadas, poniendo a la vista de todos, el tiempo y los recursos que habían sido desperdiciados.
Ante el fracaso de Puerto Madero, entre 1911 y 1925 comenzó finalmente a construirse el Puerto Nuevo , un puerto basado en la propuesta inicial de Huergo, el que apenas comenzó a funcionar fue dejando relegando al al olvido al diseñado por Madero , hasta quedar definitivamente obsoleto. Los docks , los silos y los molinos que remozados hoy caracterizan al barrio, quedaron rápidamente en desuso, dándole al lugar ese aspecto sombrío que siempre me recordó a Poe.
Sin embargo, este abandono no se extendió necesariamente al resto de esa zona. En efecto, la inutilidad del puerto diseñado por Madero no impidió que durante varias décadas se desarrollara de espalda a sus instalaciones una movida popular inolvidable, en el corazón mismo de la Costanera Sur.
En 1918 se inauguró el Balneario Municipal , en el que en sus épocas de esplendor se dieron cita unas 45.000 personas por semana. Allí fue donde toda la ciudad se acercaba para tomar un poco de aire y remojarse en el río cuando la polución era aún poca y la Reserva Ecológica no nos había robado el balneario. A fines de la década del 20 se abrieron por la zona una serie de cervecerías, que ofrecían a los visitantes números de variedades (o varieté, como se los llamaban en la época). El lugar de encuentro más famoso fue sin dudas la Munich, que una vez recuperada fuera Museo de la Telecomunicaciones, sede de la dirección General de Museos y actual Museo del Humor.
Puerto Madero sin dudas seguirá siendo un lugar donde los poderosos presionen a la venta a aquellos que tienen negocios exitosos, donde se lavará el dinero del narcotráfico, se refugiarán aquellos que fabrican empresas fantasma y los políticos mas corruptos del país duermen sus sueños de poder. Pero el turista disfruta de su particular belleza sin importarle que hay detrás de esa fachada. La de un puerto absurdo e inoperante como la clase política que lo ha remozado y hoy lo habita.
Taluego.
En mi infancia y juventud la zona de Puerto Madero no era más que una barrera de edificaciones de ladrillo totalmente abandonadas. Los depósitos de la Aduana de Buenos Aires eran criaderos de ratas y palomas y el sólo pasar frente a ellas me hacía recordar los cuentos de Edgard Allan Poe. Lo tétrico de la zona donde la humedad comía los ladrillos centenarios y las maderas se pudrían al sol quedaban como anécdota en el viaje hacia una Costanera Sur sin Reserva Ecológica y aún operativa para los que intentaban un baño por entonces apenas contaminante.
Los edificios siguen siendo los mismos pero remozados y con muchos más que los ubican como un punto turístico importante. Han desaparecido los silos de Molinos Río de La Plata y una que otra edificación centenaria que molestaba a los constructores de torres de apartamentos.
En los 90 la zona se urbanizó y convirtió en el refugio de todos aquellos que debían lavar dinero por accionar político, empresarial o de narcotráfico.
Lo que se dice el Jet-Set vernáculo.
Pero Buenos Aires siempre fue zona de malandras.
Una ciudad portuaria que vivía del contrabando y originalmente no tenía puerto.
Desde su fundación, Buenos Aires utilizó el "Riachuelo de los Navíos" para el desembarco de mercaderías, que por cierto se realizaba de una manera muy modesta y cara: los barcos se fondeaban a cierta distancia de la costa y mediante carretas y botes se acercaban a los pasajeros y mercancías hasta la orilla, ya que no existía ni siquiera un muelle. Hasta fines de 1770, ya se habían presentado cerca de 60 proyectos alejados de la zona del Riachuelo, ninguno de los cuales había llegado a "buen puerto".
Recién en 1872 se construyen el muelle y los depósitos Las Catalinas, ubicados en la bajada de las actuales calles Córdoba y Viamonte. Es entonces cuando, una vez resuelta la federalización de Buenos Aires, se reconoció la necesidad impostergable de construir un puerto como la gente. En 1881 el ingeniero Luis Huergo primer ingeniero de la Argentina y primer presidente de la Sociedad Científica Argentina, presenta un original proyecto y un año después el comerciante Eduardo Madero de quién incluso se duda de que haya culminado sus estudios primarios, expone el suyo. Se trata de dos propuestas muy diferentes, que representaban intereses contrapuestos y provocaron encendidas polémicas en la época.
Madero presentó un total de tres proyectos para realizar el puerto, siendo el último ( de 1881) el aprobado por el presidente Julio Argentino Roca, siendo el diseñador el ingeniero John Hawkshaw. Sobre el particular se habla de que el proyecto fue seleccionado gracias a que el comerciante aseguró un "retorno" del 10% a la autoridad competente.
El Plan de Huergo era mucho más realista y consistía en la construcción de dársenas abiertas o dentiformes desde el Riachuelo hacia el Norte, lo que permitiría ampliaciones futuras. El de Madero, en cambio, requería la construcción de una serie de diques cerrados, interconectados mediante puentes y esclusas angostas que acotaban el tamaño de los barcos que podían pasar. En 1882, bajo la presidencia de Julio A Roca, el Congreso Nacional aprueba el proyecto de Madero, desestimando así el presentado por Huergo. El contrato ascendía a 20 millones de pesos oro sellado y ya supondrá usted cuanto dinero se repartió por entonces entre los que votaron a favor de Madero.
La obras comenzaron el 1° de abril de 1887 y finalizaron el 31 de marzo de 1898. Sin embargo, en menos de una corta década las instalaciones portuarias resultaron obsoletas, evidenciando sus limitaciones, apenas el fuerte crecimiento del intercambio comercial las volvió claramente inapropiadas, poniendo a la vista de todos, el tiempo y los recursos que habían sido desperdiciados.
Ante el fracaso de Puerto Madero, entre 1911 y 1925 comenzó finalmente a construirse el Puerto Nuevo , un puerto basado en la propuesta inicial de Huergo, el que apenas comenzó a funcionar fue dejando relegando al al olvido al diseñado por Madero , hasta quedar definitivamente obsoleto. Los docks , los silos y los molinos que remozados hoy caracterizan al barrio, quedaron rápidamente en desuso, dándole al lugar ese aspecto sombrío que siempre me recordó a Poe.
Sin embargo, este abandono no se extendió necesariamente al resto de esa zona. En efecto, la inutilidad del puerto diseñado por Madero no impidió que durante varias décadas se desarrollara de espalda a sus instalaciones una movida popular inolvidable, en el corazón mismo de la Costanera Sur.
En 1918 se inauguró el Balneario Municipal , en el que en sus épocas de esplendor se dieron cita unas 45.000 personas por semana. Allí fue donde toda la ciudad se acercaba para tomar un poco de aire y remojarse en el río cuando la polución era aún poca y la Reserva Ecológica no nos había robado el balneario. A fines de la década del 20 se abrieron por la zona una serie de cervecerías, que ofrecían a los visitantes números de variedades (o varieté, como se los llamaban en la época). El lugar de encuentro más famoso fue sin dudas la Munich, que una vez recuperada fuera Museo de la Telecomunicaciones, sede de la dirección General de Museos y actual Museo del Humor.
Puerto Madero sin dudas seguirá siendo un lugar donde los poderosos presionen a la venta a aquellos que tienen negocios exitosos, donde se lavará el dinero del narcotráfico, se refugiarán aquellos que fabrican empresas fantasma y los políticos mas corruptos del país duermen sus sueños de poder. Pero el turista disfruta de su particular belleza sin importarle que hay detrás de esa fachada. La de un puerto absurdo e inoperante como la clase política que lo ha remozado y hoy lo habita.
Taluego.
Basado en http://www.nuevopuertomadero.com/?page=Vivir::Historia
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