Si usted es impresionable o amante de los animales, es probable que ésta información y las imágenes que la acompañan le sean muy difícil de digerir. Sin embargo datan de épocas donde ni niños ni mujeres y menos los animales contaban con algún derecho. Tenga en cuenta que eran épocas incluso donde en las guerras no estaba penada la experimentación en los prisioneros, algo que posteriomente a los juicios de Nüremberg terminó penándose.
Como en casi todos los casos estos experimentos terribles fueron aprovechados por aquellos que los condenaron en su momento. Así como los norteamericanos atesoraron en secreto todas las investigaciones realizadas por los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial y en especial las efectuadas en los campos, así tanbién, salvando las distancias, occidente se nutrió de los experimentos realizados sobre animales antes y después de haber sancionado las leyes de protección de los mismos.
En los años veinte del siglo pasado Serguéi Briujonenko, un científico soviético de la era estalinista llevó adelante una investigación vital para el desarrollo de los procedimientos a corazón abierto en Rusia. Briujonenko fue uno de los líderes del Instituto de Investigación de Cirugía Experimental, donde el profesor A. A. Vishnevski realizó la primera operación a corazón abierto de la Unión Soviética más tarde, en 1957.
Briujonenko es principalmente recordado por su desarrollo del autojektor, un corazón mecánico primitivo, y el sistema de circulación extracorporal. El dispositivo fue utilizado con resultados variados en una serie de experimentos con perros que se pueden ver en películas disponibles en la Red. Los experimentos dieron lugar a que Briujonenko recibiera en forma póstuma el prestigioso Premio Lenin.
Fue a finales de 1920 (1928) cuando Sergei Brukhonenko consiguió mantener con vida durante 190 minutos la cabeza amputada de un perro vivo. Para lograr ese fin, la cabeza del perro fue conectada a una máquina corazón-pulmón bautizada por Sergei como el “autojektor”. El dispositivo supuestamente le daba a la cabeza todo lo que necesita para mantenerla con vida. A pesar de las reticencias médicas y del carácter bizarro del experimento, Sergei fue considerado pionero en la investigación y construcción de la primera máquina corazón-pulmón que resultara imprescindible posteriormente en toda cirugía extra corpórea.
De todas manera la carrera científica de Bryukhonenko fue bastante polémica. Se rodeó de malentendidos y acusaciones infundadas. Pero el tiempo pone las cosas en lugar apropiado, y hoy los avances del científico figuran entre los principales logros de la biología y la medicina del siglo 20.
Como en casi todos los casos estos experimentos terribles fueron aprovechados por aquellos que los condenaron en su momento. Así como los norteamericanos atesoraron en secreto todas las investigaciones realizadas por los Nazis durante la Segunda Guerra Mundial y en especial las efectuadas en los campos, así tanbién, salvando las distancias, occidente se nutrió de los experimentos realizados sobre animales antes y después de haber sancionado las leyes de protección de los mismos.
En los años veinte del siglo pasado Serguéi Briujonenko, un científico soviético de la era estalinista llevó adelante una investigación vital para el desarrollo de los procedimientos a corazón abierto en Rusia. Briujonenko fue uno de los líderes del Instituto de Investigación de Cirugía Experimental, donde el profesor A. A. Vishnevski realizó la primera operación a corazón abierto de la Unión Soviética más tarde, en 1957.
Briujonenko es principalmente recordado por su desarrollo del autojektor, un corazón mecánico primitivo, y el sistema de circulación extracorporal. El dispositivo fue utilizado con resultados variados en una serie de experimentos con perros que se pueden ver en películas disponibles en la Red. Los experimentos dieron lugar a que Briujonenko recibiera en forma póstuma el prestigioso Premio Lenin.
Fue a finales de 1920 (1928) cuando Sergei Brukhonenko consiguió mantener con vida durante 190 minutos la cabeza amputada de un perro vivo. Para lograr ese fin, la cabeza del perro fue conectada a una máquina corazón-pulmón bautizada por Sergei como el “autojektor”. El dispositivo supuestamente le daba a la cabeza todo lo que necesita para mantenerla con vida. A pesar de las reticencias médicas y del carácter bizarro del experimento, Sergei fue considerado pionero en la investigación y construcción de la primera máquina corazón-pulmón que resultara imprescindible posteriormente en toda cirugía extra corpórea.
De todas manera la carrera científica de Bryukhonenko fue bastante polémica. Se rodeó de malentendidos y acusaciones infundadas. Pero el tiempo pone las cosas en lugar apropiado, y hoy los avances del científico figuran entre los principales logros de la biología y la medicina del siglo 20.
Él experimento de Brukhonenko tuvo lugar ante una audiencia internacional de científicos en el Tercer Congreso de los fisiólogos de la URSS. Por aquél entonces las competencias internacionales abarcaban todos los campos de la ciencia, y el circo mediático y propagandístico ruso gustaba de mecanismos populistas como este cruel ensayo.
Para demostrar que la cabeza del animal seguía con vida Brukhonenko realizó algunos sencillos experimentos demostrando que respondía a determinados estímulos. Golpeó la mesa con un martillo y la cabeza se estremeció; la iluminó con una linterna y los ojos respondieron; incluso le dio de comer un trozo de queso que se deslizó por la sección del esófago y se relamió el ocico ante la presencia de jugo de limón.
Si usted se pregunta de qué sirvió haber seguido con estos experimentos, le cuento que mucho más tarde el doctor Vladimir Demikhov, (o el doctor Frankestein de los tiempos modernos) comenzo a experimentar tanbién con animales en la década de 1940 (en 1946 Demikhov reemplazo los aparatos circulatorio y respiratorio de un perro) llegando a su clímax en 1952, al lograr exitosamente transplantarle un corazón a un perro (adelantándose varios años al transplante del doctor Barnard), con esto, se afirmó que la operación era el mayor éxito médico soviético de todos los tiempos y no podría haberse llevado adelante sin el atujektor de Briujonenko para mantener al animal vivo durante el cambio.
Sin embargo, su experimento más notorio fue el transplante de cabeza que realizó en 1953, Demikhov, por increíble que parezca, logró insertar la cabeza de un cachorro al cuerpo de un mastín adulto. Despues de la operacion, los médicos observaron como el perro anfitrión sufría incluso un rejuvenecimiento. Tambien se llegó a observar a ambos perros salivar y tener sed al mismo tiempo, pero finalmente el animal murió varios días después del transplante.
Durante los siguientes 15 años, Demikhov realizo otras 24 intervenciones similares, creando todo un ejercito de perros bicefalos, pero ninguno de ellos vivio mas de un mes. Todos murieron por problemas de rechazo de tejidos.
Me he cuidado de no colocar imágenes que pudieran ser ofensivas o herir los sentimientos de las personas. Sin embargo, quien así lo quiera, aquí puede observar algunas filmaciones aunque no lo recomiendo.
Sin lugar a dudas se debe contar con un temple diferente y priorizar el avance del conocimiento por sobre todas las cosas para llegar a estos niveles de curiosidad tan cercanos a lo que muchos llamarían crueldad.
Taluego.
Fuentes: Wikipedia, Kurioso, Taringa
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