La Ineptocracia

Antes de conocerse los casos de Argentina y Venezuela, circulaba por la red una definición que por lejos ha quedado desactualizada.
Por entonces se decĆ­a que:

Ineptocracia (In-ept-o-cra-cia):
“Un sistema de gobierno en el que los menos aptos para liderar son elegidos por los menos capaces de producir, y en el que aquellos miembros de la sociedad menos capaces de sustentarse a sĆ­ mismos o de triunfar son recompensados con bienes y servicios procedentes de la riqueza que le ha sido confiscada a un nĆŗmero cada vez menor de productores“.

Tengo que admitir que la primera vez que leí esta definición me sonó un poco demasiado volcada a la derecha. Incluso ha tenido mucha mÔs aceptación en los diccionarios de idioma inglés y generado una industria de la remera impresa.
Pero es solo una pequeña parte de lo que sucedió después y completó el concepto de este nuevo vocablo que corresponde a su antónimo: la Meritocracia. Cuando fue acuñado todavía no existían presidentes que hablaban con pajaritos o vicepresidentes rockeros procesados por varios ilícitos.
En realidad la Ineptocracia tal como la conocemos en la actualidad, es una forma de gobierno que muy pocos países soportan por largo tiempo. En la Ineptocracia se accede a los puestos de poder mediante la obsecuencia y la adulación antes que con experiencia y capacidad. Los concursos de aptitud desaparecen por decreto, los paraicaidistas toman por asalto aquellos lugares por los que uno ha estudiado, trabajado y concursado, apropiÔndose de lo que no merecen, no saben para que sirve y no les interesa cuidar
De esta forma en la Ineptocracia se postulan a cargos a parientes y amigos que se suponen serƔn capacitados luego de haber obtenido la plaza laboral, aunque por lo general nunca llegan a hacerlo, por desidia, falta de maestros dispuestos a cooperar o falta de tiempo para gastar lo mal habido.



En la Ineptocracia se considera una aptitud relevante el contar con una corta edad, pues aquellos con experiencia se suponen , no solo contaminados por el poder, sino también ineptos para obedecer a los nuevos modelos inventados según se van produciendo los cambios. El país se convierte en una gran zapada donde uno va improvisando a medida que los problemas aparecen, y nunca considera una medida preventiva antes de que sea tarde para aplicarla.
Los funcionarios por lo general no pueden atender a la prensa , no aceptan reportajes o conferencias de prensa porque en realidad son ejecutores de órdenes incomprensibles y por lo tanto impresentables, recibidas por parte de la plana mayor. 
Se degradan las relaciones internacionales por falta de cancilleres de carrera, cuyos puestos son ocupados por periodistas desocupados.
Los ministros se esconden, piden permanecer en las sombras y rehuyen responder cualquier pregunta, pues los voceros que saben cuales son las órdenes de qué decir y qué no, son otros mucho mÔs capacitados y competentes.



Así las leyes también se improvisan y aprueban plagadas de errores, con claros problemas de anticonstitucionalidad, con vicios ocultos o intentando reglar tan sólo un punto oculto que resulta económicamente vital para los negociados de aquellos que comandan el rumbo del país. Para lograr ésto se requiere de personal no-idóneo o semi analfabeto, de tal forma que sea obsecuente a los pedidos del cuadro de poder mayor y redacte aquello, que si fuera competente, se negaría a hacer por cuestiones de prestigio.
Claro estÔ que en la Ineptocracia el prestigio se fabrica en base a CV adulterados y relatos armados a la carta, o simplemente con una exposición mediÔtica que logre que el candidato a funcionario público, primero se convierta en una rock star o tenga algún escÔndalo con alguna prostituta de la farÔndula que lo impulse al estrellato mediÔtico y lo dé a conocer, antes que en un político dispuesto a servir a su comunidad.
En las Ineptocracias no existe la continuidad de proyecto pues en realidad se trata de fachadas que promueven la inclusión de personas afines en todos los estamentos del Estado y los emprendimientos privados, copando los directorios con funcionarios que ante cualquier permiso que deba ser autorizado, exigen un porcentaje de acciones de la empresa para aprobar la solicitud.
La Ineptocracia como proyecto político tiene los días contados pues es establecida tan solo con fines del latrocinio y desaparece una vez vencido el período de gobierno, siendo suplantada muchas veces por algún otro ismo del mismo tenor que inicie nuevamente el reparto de cargos a aquellos que no tienen la menor idea de qué se trata.



Ministros de salud que son abogados, Ministros de economĆ­a que son contadores pĆŗblicos, Miles de cargos definidos por decretos que eximen al aspirante del tĆ­tulo habilitante que establece la ley y miles de penosas acciones que degradan las instituciones de la RepĆŗblica con el pasar del tiempo.
La gente joven y sin experiencia puesta a comandar el destino de millones de habitantes no es algo que uno pueda aceptar fƔcilmente, pero parece ser que cuando se entrega un cheque en blanco durante las elecciones es muy difƭcil hacerles entender que revocar semejante dislate no es un caso de golpe de Estado, sino de un golpe de entendimiento.

Taluego

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