Los Petiteros

Si bien hasta a Isidoro CaƱones le han puesto el mote de Petitero dicho grupo social en realidad se piensa desaparecido desde hace algunos aƱos. Al menos con las caracterƭsticas que los habƭan delineado.
Ellos eran los peculiares habitantes del “Petit CafĆ©”, una confiterĆ­a tradicional del Barrio Norte de la Capital Federal que estaba situada en Santa Fe pasando Callao, mĆ”s exactamente en Santa Fe 1820. Un negocio que se habĆ­a inaugurado a fines del siglo XIX y continuĆ³ en funcionamiento hasta entrada la dĆ©cada del setenta.
Ese PequeƱo CafƩ era en realidad una confiterƭa de estilo art-dƩco; con dos salones amplios con grandes espejos, columnas de mƔrmol, herrerƭa de hierro forjado, bronces y tulipas. Las mesas eran de mƔrmol veteado y contaban con grandes ceniceros de quebracho y sillas de cuero. Al fondo incluso existƭa una peluquerƭa para caballeros que hacƭa al supuesto estilo de club inglƩs que se pretendƭa invocar.


Al “Petit CafĆ©” van los posteriormente llamados petiteros,  y la moda se extiende a los barrios. Al petitero lo define la vestimenta, y en los barrios aparece una burda imitaciĆ³n de esa cultura de la vestimenta masculina de la clase media alta del Play Boy vernĆ”culo. El petitero de los barrios de clase media o de las zonas populares, imita a los “niƱos bien” del Barrio Norte. Se destacaba la forma de caminar, algo inclinado hacia adelante y sin mover los brazos, elevando y balanceando los hombros alternativamente. Eran muchachos pertenecientes a la clase media, que intentaban asemejarse “exteriormente”, a los legĆ­timos integrantes del Barrio Norte, los que poseĆ­an el poder econĆ³mico. La vestimenta constaba de: saco. que debĆ­a ser con dos tajitos y tres botones . Es decir, justo, derecho, corto, apretado, comprimido. El pantalĆ³n, de acuerdo con el saco, tambiĆ©n serĆ” estrecho, a veces sin botamanga. En el calzado se imponen los mocasines, la corbata de lana de un solo color o de tipo escocĆ©s, el nudo tradicional, y el cuello de la camisa, de ser posible redondo, se le coloca la “trabita”, elemento que obliga al que la usa a una incĆ³moda posiciĆ³n estirada. El uniforme del petitero es el blazer azul y el pantalĆ³n gris, sĆ­mil del atuendo de los colegios privados del Barrio Norte, Belgrano, Devoto, San Isidro. En invierno usa sweter celeste o amarillo.
El petitero tenĆ­a un aire intelectual, llevando siempre algĆŗn libro que poco leĆ­a, asĆ­ como el empleo de palabras extranjeras. De hecho seguĆ­a el estilo norteamericano. Lo define esta estrofa del tango “Petitero” de Cammarota, Libreto y Lipesker: “Petitero, me hacen gracia tus modales adquiridos/y el inglĆ©s desconocido/que aprendĆ©s con Nat King Cole/”.
La cultura petitera es una parodia de aquello que se considera “bien” o bian, segĆŗn se hable. Es de rigor que el petitero sea antiperonista, jamĆ”s hincha de Boca, afecto al rugby (aunque mĆ”s nos sea sentimentalmente) y a todo lo que sea “americano”. Debe bailar exclusivamente jazz y algĆŗn bolero, muy apretado, con las chicas de la barra. El petitero es cursi, haciendo grave el tono de la voz (habla con la papa en la boca), adoptando un andar de brazos caĆ­dos a lo largo del cuerpo, levemente inclinado hacia delante, sin arrastrar los pies. Aspira al tipo de semiintelectual, pues para el petitero un libro bajo el brazo tambiĆ©n viste. Parlotea inglĆ©s e “idiomas”, es candidato a estudiar abogacĆ­a y se peina con fijador, bien estirado, exhibiendo un semblante sin barba y sin bigotes. AdemĆ”s es misero: proviene de colegios religiosos o anda cerca de las parroquias.
La opiniĆ³n pĆŗblica lo visualizaba como uno de los baluartes del antiperonismo. AllĆ­ se reunĆ­an los opositores, los contras; allĆ­ concurrĆ­an los jĆ³venes antiperonistas, los oligarcas y los pitucos del Barrio Norte a hablar mal del Gobierno, y complotar. En la noche del 15 de abril de 1953 el “Petit CafĆ©” fue incendiado intencionalmente y saqueado; los bomberos aparecieron varias horas mĆ”s tarde. Ese 15 de abril fue un dĆ­a salvaje, que debe llenar de vergĆ¼enza a los unos y los otros. Se pusieron bombas en un acto peronista en la Plaza de Mayo, se incendiaron locales de partidos polĆ­ticos, la Casa del Pueblo entre ellos, y el Jockey Club de la calle Florida.


AĆŗn quedan algunos petiteros en el Barrio Norte que rondan los setenta aƱos de edad. Claro, no se visten de la manera distintiva de entonces ni caminan de ese modo amanerado, pero no se olvidaron los pequeƱos detalles de los tiempos idos, sea en el blazer azul, los mocasines o los peinados.

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