Cuando era chico no habĂa Sidra sin alcohol o Cerveza libre del mismo. Nuestros primeros pasos en la vida como alcoholicos siempre fueron de la mano de nuestros queridos padres, quienes a su vez fueron introducidos por nuestros abuelos.
La cuestiĂłn es que siendo muy pero muy pequeños nos hacĂa mucha ilusiĂłn el que mamá o la abuela nos acercara una taza conteniendo una espesa preparaciĂłn en base a huevo, azĂşcar y Oporto o Marzala. El zabaione (del italiano zabaglione, a su vez del italiano arcaico zabajone), es llamado en castellano sabayĂłn o sambayĂłn en las cocinas argentina y uruguaya, y no es otra cosa que un postre tradicional de la cocina italiana. Se trata de una crema hecha con yema de huevo, azĂşcar y vino dulce. La receta tradicional consiste en batir yemas de huevo, azĂşcar y vino dulce en una cacerola a fuego muy suave o al baño MarĂa.
La idea era que esta mezcla nos hacĂa fuertes y resistentes a las enfermedades invernales, aunque sus efectos sobre nuestro hĂgado, no fueran diferentes a la ingesta indebida de chocolate.
Otra bebida que solĂa ser de nuestro agrado era la famosa sangrĂa, que en su versiĂłn terapeutica no era otra cosa que jugo de naranja con un chorrito de vino. Supuestamente esta mezcla podĂa alejarnos un resfrĂo o los sĂntomas de alguna gripe.
La realidad demostrĂł que nos hacĂamos adictos a ella cuando llegaban las fiestas y los calores del verano nos pedĂan a gritos tomar los restos que los mayores dejaban en sus vasos mientras discutĂan de polĂtica.-
Más de un niño recolector terminó la noche llorando por no encontrar la Luna o golpeándose la cabeza contra una puerta para evitar que siguiera girando.
Por Ăşltimo y para evitar la tentaciĂłn que va en crecimiento, recuerdo el vaso de leche caliente con cogñac o grappa que nos traĂan a la cama cuando la fiebre hacĂa estragos y querĂan bajarla haciĂ©ndnos transpirar un rato.
En un vaso de leche caliente se colocaba una cucharada sopera de alguna de las bebidas alcohólicas mencionadas, un poquito de miel y más tarde una frasadita encima para ayudarnos a transpirar y asà bajar un poco nuestra temperatura.
Si le pregunta a un médico dirá que este remedio de las abuelas no tiene sustento, pero en mi experiencia personal ,siempre ha dado resultados excelentes y me ha sabido alegrar algún sueño de purrete.
Mire cómo serán las cosas que aunque yo he disfrutado de estas recetas caseras, jamás me convertà en adicto al alcohol. Los que saben dicen que hay un gen que nos predispone en ese camino y es posible que yo no lo tenga, pero para serle franco, estas delicias de la abuela, son más parecidas a una golosina que a una bebida espirituosa.
Si conoce alguna otra espero que me lo comente.
Taluego.
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