Fingiendo el orgasmo masculino

Usted seguramente entró pensando que había un error en el título. Que quienes fingen sus orgasmos son las mujeres y que hasta hay estudios y filmografía dedicada a esta práctica tan difundida. Las chicas siempre han declarado su necesidad de fingir ante la falta de los reales y a nosotros, la verdad es que poco nos importa sin son reales o fingidos, no es que nos vayamos a casar por el orgasmo de otro; más bien nos interesan los propios.
Hace unos días se festejó el Día del Orgasmo (31 de Julio) algo que se proclamó para aumentar la venta de productos sexuales, y quien lo creó no fue otra que la empresa británica Ann Summers, que justamente se dedica a la venta de éstos juguetes.

El The Huffington Post, publicó también para esa fecha una encuesta en la que participaron 50 mil personas (49 mil varones, mil mujeres) y fue tomada en EEUU, Reino Unido y Australia- donde aseguran haber fingido sus orgasmos el 54% de las chicas y el 34% de los hombres.
En otro estudio publicado en LiveScience, se dice que el 25% de los estudiantes universitarios encuestados por ellos aseguró haber fingido el orgasmo, mientras que la mitad de las mujeres dijo haberlo actuado (¿no es lo mismo?). Esta investigación, realizada por psicólogos de la Universidad de Kansas, consultó a 180 hombres y 101 mujeres acerca de su vida sexual. Se le preguntó a cada participante si alguna vez había fingido tener un orgasmo o si habían hecho “algo similar”, como para lograr una respuesta honesta de parte de los más vergonzosos.

Hay que ir teniendo en cuenta que en el hombre el orgasmo está regido por el sistema nervioso parasimpático -el que relaja-, mientras que la eyaculación pertenece al simpático –el que estimula-, y para que ambos coincidan deben ponerse de acuerdo, que es lo que normalmente sucede. Pero si hay estrés, presión, agotamiento o excesivo afán de control, este equilibrio se rompe y puede ocurrir que el hombre eyacule sin experimentar un orgasmo, o simplemente ni siquiera eyacule, lo que resulta bastante doloroso.


En el mejor de los casos y pensando bien de todo el mundo, fingir el orgasmo puede ser considerado como una “mentira piadosa”, algo que puede ayudar a inventar una noche perfecta a partir de una desastrosa. Dicen que: “Fingir el orgasmo nos da chapa. Hace que nuestra compañera llegue al otro día a su trabajo y les diga a sus amigas que en una noche de sexo salvaje ella acabó varias veces y él 3 o 4 (!?¿¡), lo cual nos pone en un lugar de macho insuperable con un evidente dolor de huevos. Con suerte el fingir provocará el ‘efecto contagio’ en nuestra pareja y como el sexo está en el cerebro, mágicamente nuestro orgasmo inventado puede ayudar a transformar su goce en un orgasmo real de ella. 


Pero en la cruda realidad sabemos que los motivos no son tan de color de rosa y la práctica obedece más a falta de interés en la pareja que nos toca o como consecuencia de haber rendido todas nuestras energías en otras camas. Es que el varón recupera su aptitud para lograr erecciones mucho antes de que nuevo semen esté disponible o que nuestra libido nos permita disfrutar de otro encuentro erótico.
Dicho esto, es fácil imaginar al marido que regresa de un "toco y me voy" after office con la más espectacular de las pasantes, mientras su esposa se encuentra en uno de esos días en que exige un encuentro íntimo de alta calidad.
En esos casos el uso del preservativo suele evitar el conteo de esperma y aunque estemos desganados es relativamente fácil obtener una erección. Claro, de gozar ni hablemos , así que deberemos recurrir a las mismas armas con las que ellas nos venden sus orgasmos fingidos. Sólo debemos recordar qué es lo que hacemos cuando son de verdad y ponernos a actuar al mejor estilo Meg Ryan.

Taluego.

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