Hay temas que no son para nada simpáticos pero que nos llaman la atención por ser particularmente extraños.
Si yo le digo que hay un lugar donde las autoridades van una vez al año para recolectar los cadáveres de los suicidas es probable que usted no me crea o piense que no hay posibilidades de que haya un lugar organizando semejantes cosas. Pero lamentablemente es así.
El lugar se llama Aokigahara, también conocido como Jyukai (Mar de los árboles) y es un precioso bosque de 35 kilómetros cuadrados a los pies del lugar más turístico de Japón.
Sin duda si uno piensa en algún lugar donde se puede entender el suicidio desde otro ángulo, es en una sociedad como la japonesa, la cual históricamente ha incluído entre sus costumbres el suicidio como una parte honorable de la vida.
Si yo le digo que hay un lugar donde las autoridades van una vez al año para recolectar los cadáveres de los suicidas es probable que usted no me crea o piense que no hay posibilidades de que haya un lugar organizando semejantes cosas. Pero lamentablemente es así.
El lugar se llama Aokigahara, también conocido como Jyukai (Mar de los árboles) y es un precioso bosque de 35 kilómetros cuadrados a los pies del lugar más turístico de Japón.
Sin duda si uno piensa en algún lugar donde se puede entender el suicidio desde otro ángulo, es en una sociedad como la japonesa, la cual históricamente ha incluído entre sus costumbres el suicidio como una parte honorable de la vida.
Las fotografías de los cuerpos de los suicidas se las voy a deber ya que creo que no aportan nada a la historia y usted puede verlas cuando quiera googleando el nombre del bosque.
No es que no tenga mi cuota de morbo, es que me interesa más la rareza social de este tema particular.
Vamos con un poco de historia desde Wiki.
Aokigahara se formó por los torrentes de lava de las constantes erupciones del Monte Fuji ocurridas entre los años 800 y 1083, siendo la erupción Jōgan ocurrida en 864 la que más contribuyó a su formación, ya que fue una erupción que duró 10 días, abarcando parte de la bahía de Edo y la provincia de Kai. La cantidad de lava expulsada afectó a un antiguo lago en las cercanías llamado Senoumi (せの海), dividiéndolo en 3 lagos; Sai (西湖 Sai-ko) Shōji (精進湖 Shōji-ko) y Motosu (本栖湖 Motosu-ko).
Vamos con un poco de historia desde Wiki.
Aokigahara se formó por los torrentes de lava de las constantes erupciones del Monte Fuji ocurridas entre los años 800 y 1083, siendo la erupción Jōgan ocurrida en 864 la que más contribuyó a su formación, ya que fue una erupción que duró 10 días, abarcando parte de la bahía de Edo y la provincia de Kai. La cantidad de lava expulsada afectó a un antiguo lago en las cercanías llamado Senoumi (せの海), dividiéndolo en 3 lagos; Sai (西湖 Sai-ko) Shōji (精進湖 Shōji-ko) y Motosu (本栖湖 Motosu-ko).
Pero la historia negra de este bosque comienza en en el Japón feudal del siglo XIX, cuando las hambrunas y las epidemias azotaban a la población y las familias más pobres abandonaban a su suerte allí a los niños y a los ancianos que no podían alimentar. Por este motivo, surgieron historias que afirmaban que el bosque estaba encantado por los fantasmas de los que allí murieron.
Su fama como lugar de suicidio quizá se deba a que en 1960 se publicó la novela Nami no Tou de Seicho Matsumoto, en la que al final de la obra dos amantes se suicidan románticamente en el bosque. Además, en 1993 se publicó El completo manual del suicidio de Wataru Tsurumi, una guía para suicidarse donde recomienda este bosque como un lugar idóneo para quitarse la vida. Llamativamente según la ley japonesa este libro no es censurable, solo es prohibido para menores de edad.
La superficie del bosque Aokigahara está formada principalmente por una espesa capa de roca volcánica, dificultando el trabajo con herramientas manuales como picos y palas. En los alrededores del bosque hay una serie de rutas no oficiales que los voluntarios locales utilizan para adentrarse al bosque en la búsqueda anual de cadáveres o personas desaparecidas. En años recientes, los excursionistas que se adentran al bosque marcan su camino de ingreso con cinta de señalización como medida preventiva para evitar perderse. Las cintas colocadas por los excursionistas comúnmente no son retiradas por los mismos, creciendo gradualmente su cantidad hasta formar una maraña que se adentra hasta 1 km dentro del bosque. Después del primer kilometro en dirección al Monte Fuji, el bosque se encuentra en un estado más "puro", con zonas ausentes de basura y signos de presencia humana.
Éste bosque es el lugar en el que más gente se ha suicidado en Japón y el segundo en el mundo, después del puente Golden Gate ubicado en San Francisco, Estados Unidos.
Los indecisos suelen marcar el camino de salida y hacer acampes por varias semanas. Es así que se encuentran gran cantidad de carpas y vituallas sin dueño aparente. Los mismos son removidos durante la inspección anual.
El gobierno local declara que desde la década de 1950 se han hallado alrededor de 500 cadáveres. La causa principal de la muerte de estas personas es el suicidio. Muchos de los cadáveres tenían alrededor de 30 años de edad en el momento de la defunción. La cantidad de suicidas ha aumentando desde 1988, aumentando hasta casi 100 muertes al año.
En 2002 se encontraron 78 cadáveres en el bosque, con lo que se superó el anterior récord de 1998 de 73, y en 2003 la tasa ascendió a 100 personas. Por este motivo, en los últimos años el gobierno local ha dejado de dar a conocer el número de suicidios, para de alguna manera evitar asociar Aokigahara con el suicidio.
La alta tasa de suicidios ha hecho que se designara a operarios para que colocasen carteles en el bosque, tanto en japonés como en inglés, con el fin de que aquellos que vayan con el propósito de suicidarse busquen ayuda.
Las batidas para la búsqueda de cuerpos se han realizando desde 1970. Unos 300 operarios se adentran anualmente en el bosque para localizar los cadáveres que no han sido encontrados por los visitantes y guardias forestales. Incluso la policía patrulla los alrededores en busca de posibles suicidas.
El gobierno local declara que desde la década de 1950 se han hallado alrededor de 500 cadáveres. La causa principal de la muerte de estas personas es el suicidio. Muchos de los cadáveres tenían alrededor de 30 años de edad en el momento de la defunción. La cantidad de suicidas ha aumentando desde 1988, aumentando hasta casi 100 muertes al año.
En 2002 se encontraron 78 cadáveres en el bosque, con lo que se superó el anterior récord de 1998 de 73, y en 2003 la tasa ascendió a 100 personas. Por este motivo, en los últimos años el gobierno local ha dejado de dar a conocer el número de suicidios, para de alguna manera evitar asociar Aokigahara con el suicidio.
La alta tasa de suicidios ha hecho que se designara a operarios para que colocasen carteles en el bosque, tanto en japonés como en inglés, con el fin de que aquellos que vayan con el propósito de suicidarse busquen ayuda.
Las batidas para la búsqueda de cuerpos se han realizando desde 1970. Unos 300 operarios se adentran anualmente en el bosque para localizar los cadáveres que no han sido encontrados por los visitantes y guardias forestales. Incluso la policía patrulla los alrededores en busca de posibles suicidas.
Un mito popular sobre el Aokigahara es que los yacimientos de hierro magnético que hay en el lugar hacen que las brújulas y los GPS dejen de funcionar, provocando que los viajeros se pierdan.
Las leyes japonesas son muy duras con respecto a la publicación de pornografía o la exposición de los órganos genitales, sin embargo el mantenimiento de sitios como éste sin una política de prevención es mucho más penosa que que se permita la publicación de un libro de ayuda para el buen suicida.
Claro que el suicidio en Japón está relacionado a otros valores sociales, pero en un país profundamente occidentalizado, se sospecha que la sobrepoblación y la tecnificación de la vida diaria contribuyen en gran medida a que la gente se sienta deprimida y solitaria hasta llegar al extremo de terminar con su propia vida.
Éste no es un problema exclusivo de Japón. En Latinoamérica el suicidio de adolescentes y ancianos ha crecido en las últimas décadas. Los unos por la imposibilidad de aceptar la frustación, los otros por sufrir el abandono.
Cualquiera sea el caso, un simple cartel con el número del servicio de asistencia al suicida nunca será una medida suficiente apropiada tomada por el Estado.
Taluego.
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