Los culos más feos de la playa

No es novedad que cuando somos jóvenes podemos vestir cualquier cosa sin que ofendamos la vista del prójimo. Incluso podemos alegrarle el día a más de uno. Pero los años pasan y la fuerza de la gravedad hace su trabajo mejor que cualquier otra fuerza laboral del mundo. La piel cuelga, las panzas crecen y en el caso de las féminas, más temprano que tarde la celulitis atacará sus partes más bellas hasta acomplejarlas y hacerlas gastar millones en tratamientos que carecen totalmente de efectividad.
La solución es más bien simple: uno tiene que adaptar su vestimenta a la edad que tiene y representa.
Un hombre mayor usando zunga es tan ofensivo como una señora de la quinta década con hilo dental.
En éstas épocas vacacionales las playas son un muestrario de la falta de tacto, el buen gusto o espejo en la vivienda familiar.
De la misma manera que los nudistas ignoran el daño ocular ajeno, bañistas de verano se dan un baño de "a mí que me importa" y se abalanzan hacia aquella playa donde en algún momento nos perturbarán la visual.
En mis recientes vacaciones he llegado a la conclusión que las señoras ya no tienen la menor idea de la estética, el recato o el decoro, o cuentan con un exceso de autoestima para envidiar.



La playa donde vacacioné se encontraba plagada de culos impresentables que seguramente se probaron el traje de baño en el dormitorio con un espejo de medio cuerpo y luz roja, o mejor aún, con la luz apagada.
Porque, seamos sinceros, una señora de sesenta que se ponga un culo less, o tanga y una vieja de cincuenta un hilo dental, no solo atenta contra nuestro buen gusto sino que corremos el riesgo de quedarnos ciegos por un glaucoma fulminante.
Sepan señoras que las mallas bikini, tangas, top less o lo que sea que ustedes piensen que les queda bien, en realidad son para las niñas de hasta veinte años (que no hayan comido nunca una cajita feliz en MacDonals), edad en la que ya empiezan a desmoronarse inevitablemente.
Al resto del rebaño femenino, aquellas a las que les queda indemne el buen gusto, malla enteriza y en lo posible capucha.



Nuestras panzas, peladas y adiposidades están fuera de cuestión pues el hombre cuanto más feo más hermoso, sin embargo si ustedes se tapan juramos no volver a mostrar nuestra ofensiva estética masculina.
Y de paso va un consejo gratuito para todas esas hermosas chicas que disfrutan de andar en bici o moto cuando sólo llevan puesta una tanga.



Yo sé que no pueden ser adivinas y nadie les va a decir nada, pero absténganse de hacerlo.
El asiento de la bicicleta tiene un efecto geotransformador que hace aparecer cráteres que nunca habían sido descubiertos. No importa cuán jóvenes sean y que tan firmes sientas las cachas.
Lo mejor, usar unos pantaloncitos o algún pareo.
Consideren la posibilidad de que si los muchachos las miran y sonríen es sólo por la impresión antes de caer fulminados en medio de los estertores de su evidente agonía.



Espero no se sientan ofendidas por esta pequeña colaboración a su estética personal.
De nada.

Taluego.

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