Post Nº 100, igual que los 99 anteriores

Hoy como quien no quiere la cosa, así de repente y sin previo aviso, me llegó el Post Nº 100. Es lindo porque es un número redondo y a uno le gustan los números redondos. Así que dije, vamos a festejar, joda, pitos y matracas, confeti y carnaval carioca, pero la patrona me dijo que no, que no pensaba limpiar el desastre que dejan los blogueros que pasan por acá y me cortó el chorro, así nomás.

Después dije, bueno, hagamos una entrada que sea representativa del estilo que tiene este engendro que dí en llamar hace 163 días BlogOPin.a® y que todavía no se de qué se trata.

Así que empecé a buscar algo que afanar en algún libro (típico de este blog) encontrándome con una historia que parece anodina ,pero no, tiene mensajes ocultos y habla de entereza moral, es decir todo lo que mi bloguito también quiere reflejar.

Resulta que nuestro ahora bienamado Manuel Belgrano había nacido en la misma casa en que casi cincuenta años después culminó su vida. Allí donde ahora se encuentra la llamada Avenida Belgrano (que genio, ¿como sabía que la llamarían como a él?) más precisamente en donde hoy se levanta el edificio Calmer, en Belgrano 430. 

Allí el prócer pasó los últimos días de su vida, en la forma en que todos tememos terminar: enfermo y en la ruina.

Al médico que lo atendió por entonces y hasta su suspiro final (el escocés Joseph Redhead apodado "el colorado" o "fosforito escocés") tuvo que pagarle con un reloj de bolsillo, que luego se exhibió a pocas cuadras de allí, en el Museo Histórico Nacional de Parque Lezama, hasta que lo robaron e hicieron desaparecer en junio del año 2007 (¿lo tendrá Neshtor?)

El pobre Belgrano pidió un último deseo: que lo enterraran vestido con los hábitos de la orden de los Dominicos en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, ahí cerquita de la casa, en Belgrano y Defensa, donde también estaban enterrados sus padres. Claro, como estaba totalmente quebrado, en la ruina, sin un mango y encima sin reloj, (redundante ¿no?) la lápida de su tumba se realizó con el mármol de una cómoda de su casa. Algo así como que a usted o a mí nos la hicieran con el mármol de la mesada de la cocina. (El mío es verde)

Como siempre hablamos en este blog de la honorabilidad de nuestros dirigentes o de la falta de la misma, me viene la terrible idea de que quienes nos han gobernado nunca pasarán por semejantes situaciones apremiantes.
Nuestro amigo unServidor ha realizado una excelente selección de un poco del pensamiento  belgraniano aquí porque mañana se cumplirán 190 años de este momento culminante de su vida. Pase y léalo que vale la pena, como para refrescarnos algunos valores elementales.

Muchos parecen haberlo ninguneado o borrado de las listas de lectura obligada haciendo valer lo que digo en la página principal del Blog:

"En nuestra sociedad ser fiel a un principio parece haberse convertido en una enfermedad contra la que todos quieren estar vacunados."

¿No escucha un ruido raro? Parece que más de uno de nuestros próceres se están revolcando en la tumba.Y no de contentos, creame. Pareciera que fueron castigados por honestos, mientras se premia a los corruptos.
En fin, es lo que hay.

Como verá, no es un Blog muy "Pum para arriba" pero trata de decir lo que usted ya no quiere ni pensar.
Que sea por otros cien más.

Taluego

Consultamos a Diego M. Zigiotto