El comercio de cabezas Maorí

Los maoríes tenían la costumbre de conservar cabezas, Una práctica folclórica también conocida como mokomokai, que producía uno de los más valiosos artefactos maoríes que sobreviven hasta nuestros días.
Las cabezas conservadas de los indígenas de Nueva Zelanda, con sus caras decoradas por el tatuaje tā moko (una forma de arte tradicional practicada por los maoríes), se convirtieron en valiosos artículos comerciales durante las guerras de mosquete de principios del siglo XIX.
En el pasado, estas marcas representaban un alto estatus social en la cultura maorí, y en general eran los hombres quienes tenían un moko facial completo, aunque las mujeres de alto rango a menudo tenían moko en los labios y el mentón. Cuando alguien con moko moría, a menudo la cabeza era preservada. En primer lugar, se extraía el cerebro, los ojos y todos los orificios eran sellados con fibras de lino.
La cabeza era cocinada al vapor en un horno antes de ser ahumada sobre un fuego abierto y secada al sol durante varios días. Por último, la cabeza conservada sería tratada con aceite de tiburón.
El resultado eran las cabezas momificadas denominadas mokomokai, que serían guardadas por sus familiares en cajas talladas y mostradas sólo en las ceremonias sagradas. Pero Mokomokai también se hacían con las cabezas de los enemigos y jefes rivales. Algunas de éstas se mantuvieron como trofeos de guerra, pero algunas fueron vendidas a los europeos, tal vez como un nuevo insulto a los vencidos.
Las Mokomokai de los enemigos fueron importantes en las negociaciones diplomáticas entre tribus en guerra, con la devolución y el intercambio de Mokomokai como condición previa para acordar la paz.


Durante las guerras de mosquete (1807-1842) del siglo XIX se convirtieron en valiosos artículos comerciales, porque había una gran demanda entre los grupos maoríes para obtener armas y municiones europeas. Así comenzaron a producir Mokomokai hasta de las cabezas de los esclavos y los prisioneros de guerra, incluso realizando los tatuajes después de la muerte del individuo (aunque con motivos sin sentido para engañar al extranjero en lugar del diseño moko genuino), con el fin de crear elementos para el comercio.
Sin embargo en 1831  el gobernador de Nueva Gales del Sur, el general Sir Ralph Darling, emitió una proclama prohibiendo el comercio de cabezas de Nueva Zelanda. Sin embargo, estas medidas no lograron poner fin al tráfico de cabezas sino que por el contrario subió sus precios. La exportación de Toi Moko se cree que se redujo significativamente recién en 1840, cuando se firmó el Tratado de Waitangi y Nueva Zelanda se convirtió en una colonia británica.


Uno de los coleccionistas más importantes de Toi Moko era el mayor general Horatio Gordon Robley, un oficial del ejército británico y artista que sirvió en Nueva Zelanda durante las guerras terrestres en la década de 1860. Robley decidió adquirir tantos ejemplares de Mokomokai como le fuera posible, y al final construyó una colección única de 35 cabezas. Robley estaba interesado en la etnología y fascinado por el arte del tatuaje, además de ser un talentoso ilustrador.
Después de su retiro, regresó a su interés en los tatuajes y en 1896 publicó "El tatuaje maorí"  , un libro que expone el arte de los maoríes en el tatuaje y en la creación de cabezas tatuadas secas o Mokomokai.
En 1908, Robley intentó vender su colección al Gobierno de Nueva Zelanda por 1.000 £. Cuando la oferta fue rechazada, la mayor parte de la colección fue vendida al Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, por el equivalente a 1.250 £.
Más recientemente ha habido una campaña para repatriar a Nueva Zelanda los cientos de Mokomokai expuestas en museos y colecciones privadas de todo el mundo.

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