Acrílico sobre tabla entelada 60cm x 60cm
Desde Gustav Klimt en adelante el abedul fue objeto de atención en variadas obras. En ellas la escena, que, en una solución en extremo innovadora, carece de protagonista y de centro, se encuentra dominada por la extensión del prado, animada por los troncos de abedul, árbol favorito de los simbolistas por su esbeltez y aparente fragilidad. La decisión de no incluir sus copas y hacer de modo que los árboles queden cortados por los bordes del lienzo se inspira en las estampas japonesas; lo mismo había hecho varias veces Van Gogh, en su época casi desconocida en Austria. El artista demuestra así estar al día en cuando a las novedades más recientes y progresistas de la pintura extranjera, mientras que la pintura de paisaje austriaca seguía tenazmente aferrada al pictoricismo y a las vistas canónicas de la segunda mitad del siglo XIX.
¿Cómo entonces dejar de intentar una aproximación a esa tendencia del paisaje llevado por mi admiración hacia los grandes maestros ?
Se puede observar el proceso creativo en http://orlandopinpinturas.blogspot.com.ar/p/caos-otonal.html
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