Los venenos de Doña Petrona

Los constantes avances de la ciencia han logrado desvelar los secretos sobre el daño que la mala alimentación hace sobre nuestro cuerpo.
La culinaria argentina tiene varios matices, pero lo saludable no es justamente uno de ellos.
Con el tiempo hemos adoptado recetas de oriente, naturistas, bajas en sal o azúcales y materias grasas, omega tres y la mar de cosas, pero en el fondo seguimos siendo consumidores de comida chatarra.
Nuestro organismo quema glucosa, grasas, y proteínas en ese orden. De allí que a los esclavos se los alimentara a grasa y no murieran por problemas coronarios. Ellos, con su trabajo pesado, quemaban azúcar, luego el contenido de grasas antes que se depositara en forma de colesterol en su sistema circulatorio y finalmente el músculo hasta dejarlos piel y huesos.
Pero el argentino promedio moderno, por el contrario, es un ser sedentario que acumula de todo en formas poco saludables. No sólo por su gusto por la comida chatarra sino porque la comida autóctona no está muy lejos de serlo.
En la actualidad existen proyectos de ley que promueven que en los programas de cocina se coloque un aviso como el que figura en las cajas de cigarrillos, donde se avise al espectador que las recetas que se emiten en el programa son dañinas para la salud. 
En éste sentido en la lista de los peores programas se encuentra "Cocineros Argentinos" y las series de Narda Lepes, una mediocre cocinera que ha comprado los derechos sobre los libros de Doña Petrona C. de Gandulfo, una prócer en lo que respecta a taparles las arterias a media población.
La querida borrachina de Doña Petrona era muy afecta a las grandes proporciones de manteca y cantidades industriales de huevos en sus recetas.


Pero nadie le había avisado del peligro que ésto traía aparejado, así que no podría culparla. En cambio a Narda y a los "Cocineros Argentinos" no les cave la eximisión de culpa.
La querida Petrona era originaria de La Banda en Santiago del Estero.  Su madre, Clementina, fue quien le enseñó a cocinar, comenzando con un postre de hojaldre que resultaría mágico para lograr atraer a los hombres.
En la estancia Quebrachitos trabajó como cocinera y allí conoció a Atilio Gandulfo, quien era el administrador del establecimiento. En Buenos Aires  Atilio consiguió un trabajo en el Correo Argentino pero como el salario no alcanzaba, ella se puso el delantal y consiguió trabajo en la Compañía Primitiva de Gas, para enseñar a usar las nuevas cocinas a gas que, en esa época, era el artefacto doméstico más demandado en las casas argentinas.


La Compañía Primitiva de Gas quería convencer a los argentinos de que debían dejar de lado las antiguas cocinas a leña y querosene. Para dicha campaña Petrona no sólo demostraba cómo funcionaban las nuevas cocinas sino que también se ponía a cocinar. 
La Fundación Metrogas editó un pequeño libro titulado: «Doña Petrona, la cocina y el gas» y más tarde empezó a publicar sus recetas en la revista «El Hogar», luego la radio y finalmente la televisión dónde enseño a cocinar a toda una generación de amas de casa.


Su libro de cocina editado en solitario batió récords de venta, superando a Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y hasta el propio Martín Fierro. Fue pionera de los programas de televisión dedicados a la cocina. En las librerías de Argentina, el único libro más vendido que el de Doña Petrona era la Biblia. Y fue inspiración para otras generaciones de cocineras y ecónomas que nunca han tenido como prioridad el cuidado de la salud de sus comenzales.
Por suerte los tiempos cambian y la gente toma conciencia que para vivir muchos años con una buena calidad de vida, uno tiene que vigilar el tipo de combustible que mete en su organismo. Pues como dicen los alemanes "se es lo que se come" y le dan al cerdo todos los días.

Taluego.

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