El camaleón brasilero

Apenas había comenzado la cobertura de los medios en el Mundial de fútbol 2014 en Brasil y ya los periodistas argentinos reporteaban a los hermanos brasileros con un nivel de ingenuidad que llegó a sorprenderme.
Es que luego de haber viajado decenas de veces a trabajar en el vecino país, logré detectar una característica de algunos brasileros que solo el desprevenido puede dejar de observar.
Son fayutos.
La candidez con la que los periodistas "compraban" que los reporteados deseaban que Argentina jugara la final e incluso la ganara, era apabullante.
Desde mi cómodo sillón no paré de increpar a los gritos a aquellos que eran empaquetados por los brazukas que disfrutaban el engaño en medio de sonrisas cómplices.
El tiempo demostró la realidad.
Si bien casi nadie nos quiere en latinoamérica, tenemos algunos aliados permanentes.Uno sabe que desde México hay sincero afecto, desde Perú también, Uruguay, Paraguay, Bolivia, pueden no amarnos, pero nos tienen paciencia como la que tiene uno con su hermano bobo. Pero los brasileros tienen encono y una facilidad innata de decir una cosa mientras saben que harán otra, hasta llegar al extremo de festejar el triunfo de su verdugo..
Uno así pudo ver como en cada partido usaban la camiseta del contrincante, se desvelaban por la noche para tirar bombas de estruendo frente a la concentración argentina para que nadie durmiera y finalmente ver el festejo de su presidente cuando los alemanes vencieron la valla de Argentina en la final.
Según dicen, éste es un comportamiento que resulta natural si se tiene en cuenta que cualquier mujer o travesti se enamora de quien mejor se la pone.
No es que sea fácil alegrarse del título ganado por quienes humillaron a la selección verde amarilla. Era mayor el odio hacia Argentina y la necesidad de que el título se alejara de tierras americanas.
Digamos sin temor a equivocarnos que Brasil es el Judas de América Latina y ya nada podrá cambiarlo.
Puede alguien sentirse orgulloso de semejante camaleonismo ?
A mí me daría vergüenza.
Y no dejaremos nunca que ellos se olviden de lo bajo que cayeron.

Taluego.

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