Mis autos soñados


De chiquito, allá por mediados de los años sesenta, las diferencias entre varones y mujeres estaban claras; los nenes jugaban con reproducciones de objetos suntuarios como los autitos y las nenas jugaban a manipular seres humanos con sus muñecas.

Nos programaban el comportamiento futuro sin intervención de las computadoras.

Tal vez esa programación temprana haya hecho que cada uno se desarrollara con un perfil más definido que el que se puede observar hoy día. Pero no importa, lo que quiero recordar es ese enamoramiento que uno va sintiendo con el transcurrir de los años y que va pasando de un auto soñado a otro más, siempre sin olvidar el anterior.

Ojo que la diferencia es sutil pero crucial. Uno a lo largo de su vida, si tiene un mínimo de suerte, se comprará al menos unos cinco autos diferentes que siempre defenderá como si fueran los mejores mientras los usa y dilapidará luego de la venta. Pueden ser de ensueño, soñados o de pesadilla, pero son "nuestros" autos reales. Bueno, de esos no le voy a hablar.
Yo recuerdo una serie de autos, que sin ser extremadamente inalcanzables, parecían ser dignos de nuestros sueños aunque nunca pudiéramos poseer uno en la vida real. Incluso ni siquiera soñar en alquilarlos.

Curiosamente muchos de esos autos perduran como íconos de los mejores modelos jamás creados o simplemente siguen remodelándose en una eterna adaptación a las modas o los tiempos.

Les cuento cuales fueron mis predilectos.

En épocas en que los juguetes no contaban con la variedad y ridículos precios con los que cuentan hoy día, los autitos a escala eran maravillas que se podían comprar. No eran MachBox pero le pegaban en el palo. Un poco más grandes y mejor terminados, ya solo el peso del metal con que eran fabricados nos daba una buena sensación de calidad.

Creo que fue en Córdoba, más precisamente en Río Ceballos, donde pedí este modelo y mi viejo complació mi solicitud aunque mi celoso primo pidiera uno igual con el que más tarde se dedicaría a chocar el mío hasta lograr destrozarlo. Si, Jorgito siempre fue diabolicamente envidioso.

Se trataba del Mercedes Benz 320 Roadster del 57.


Quedó en los sueños y hoy sigue siendo tan hermoso como cuando yo era chico.
Sin llegar a desear un Bugatti de dos millones de dólares, uno tenía gustos muy definidos que lo llevavan a admirar autos que si bien no eran carísimos en su lugar de origen, estaban muy lejos del fiat 600 de fabricación nacional que tenía tu papá. Así para los inicios de los años 70 uno ya miraba otros hermosos diseños, como el Jaguar Serie E, que si bien no era del año, uno recién lo había descubierto.


Incluso hoy en día tiene una evolución muy interesante.


Ya para los ochenta comencé a disfrutar del diseño alemán de postguerra y las líneas del afamado Porsche Carrera 911. Un sueño que más tarde se vería perjudicado por la realidad, ya que una vez que pude viajar en uno me dí cuenta que no era tan cómodo ni lujoso como hubiera esperado. Al menos no como los modelos actuales.


Un poco más tarde, ya en los noventa se me dio por admirar el diseño inglés y en particular lo desarrollado por una pequeña empresa que continúa haciendo los autos a mano. Los Morgan.



Claro que con el tiempo uno admira los Vipers, Los BMW , los Pagani (como el Huayra del encabezamiento) y cientos de otros diseños de ensueño, pero a la hora de querer algo se suman una serie de subjetividades que, por supuesto, son imposibles de fundamentar.
Así en la década del 2000 puedo recordar mi interés por automotores totalmente diferentes. Toda la línea Roberts comenzó a interesarme, supongo que por mi interés en hacer travesías a campo traviesa.
De la línea, lo mejorcito para mí fue el Land Robert Freelander del 2000, en su versión latina , con la rueda de auxilio exterior.


Para ir finalizando este recorrido por los automóviles que uno hubiera querido tener, pero que aún no siendo para ricos, a uno no le alcanzaba, voy a nombrar tan solo uno más. No será un Bmw Z4 , ni un Ferrari, ni un Bentley o Rolls Royce. Simplemente será un nuevo objeto del deseo, que aunque no suma millones a su precio, suele estar muy lejos de mis posibilidades reales. La Range Rover Evoque.


En el camino han quedado cientos de otros modelos y marcas que uno sabe apreciar, pero que por razones de espacio he dejado de lado. Incluso las evoluciones de estos maravillosos modelos han superado ampliamente a los originales en diseño, pero no en nuestro corazón. Otros, mucho más modestos y al alcance del bolsillo, conformarán un próximo post donde  le contaré algo sobre los autos reales de mi vida.
Pero, piense...¿cuales fueron sus autos soñados ?

Taluego.


2 comentarios:

  1. Que lindos.

    Siempre quise tener un Mini Cooper (del modelo antiguo)

    Pero no hay!!

    Un abrazo.

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    Respuestas
    1. Don Gaucho. Es una suerte que hasta el momento soñar no cueste nada.

      Yo el Mini antiguo lo vi dos o tres veces y en condiciones no muy buenas porque no tenían tratamiento anticorroción.
      La macana es los cobran como si fueran nuevos.

      Un abrazo.

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