Si no lo nombro no existe


Hay en la población argentina una profunda falencia a la hora de expresarce en las urnas. El famoso desinterés en la política. El argentino promedio no habla de política ni le interesa, principalmente porque nos han borrado la cultura cívica a golpe de "palitos de abollar ideologías" y simplistas confrontaciones del tipo Boca-River pero involucrando a los amigos e incluso a la mismísima familia. Hermanos se han dejado de hablar, primos han dejado de ir a las mismas fiestas.
Así  llegamos a fechas de elecciones sin que los candidatos necesiten confrontar ideas o siquiera presenten por escrito el plan de gobierno que prometen llevar a cabo.
Desde hace 30 años sólo se han presentado unas pocas propuestas y se han desarrollado pocos debates. Recuerde usted que el Kirchnerismo jamás debatió ni respondió cuestionarios, antes o después de las elecciones.


Si nada dicen y uno los vota, seguramente lo está haciendo por una propaganda que los vende como algo que no son. Cualquier debate los desenmascararía y el teatro tan bien armado por los especialistas en imagen y mercadeo se caería sin más.
Así el mencionado argentino promedio termina votando con la sensación de bolsillo imperante en el momento en que le ponen una urna enfrente. Si la economía marcha bien, es conservador y si la economía anda mal pide un recambio inmediato. De allí que las PASO se conviertan en un simulacro que toma la temperatura del humor nacional permitiendo hacer ajustes que mejoren el desempeño cuando en las urnas se juegue la de endeveras.
Es tan infantil el comportamiento de la masa que una simple denuncia o un impuesto modificado puede volcar el resultado de darle una mayoría absoluta del 54% a una desaprobación masiva del 74% en menos de dos años de gestión. Claro, dos años en que la economía se fue al carajo y el gobierno es mantenido por cargas impositivas que baten cualquier record histórico en la región.
En ese mismo orden de cosas, la corrupción galopante tiene un mismo método de defensa. Ante un electorado con pocas luces la mejor estrategia ante las denuncias es simplemente ignorarlas. Cuando un poderoso ignora las acusaciones que se le hacen logra algo que un simple trabajador jamás llegaría a alcanzar: que todos se olviden de ella.
Si no lo nombro , no existe.


En tiempos recientes cuando un político en ejercicio era acusado por diputados o periodistas dedicados a la investigación de algún ilícito o se lo relacionaba con alguna tragedia evitable, la reacción siempre era la misma, viajar a esconder  la cabeza como el avestruz en el pago chico, o simplemente ignorar cada palabra.
Pero para mejorar el efecto del olvido mediático se ha puesto de moda el "fogonear" otras noticias para poder manejar los titulares del día siguiente.
Así se dirá que Argentina está mejor que Canadá o Australia y las tapas y los periodistas pasarán horas armando titulares y programas especiales, olvidando (ya que la justicia nada hace) las denuncias que habían hecho.
Si esto no alcanza, es obligación del ministro de seguridad fogonear en todos los medios cualquier crimen que mediáticamente sea atractivo. Claro, como el 80% de los medios se encuentra en poder del partido gobernante, se harán hasta reconstrucciones actuadas para televisar una y otra vez cada pequeño y mórbido detalle del que se disponga.


Cuando un gobernante dicta la tapa de los diarios del próximo día y calla aquello que le conviene callar, nos está llevando hacia una dictadura mediática que solo sembrará la confusión para dividir y reinar o negociar su retirada con impunidad judicial.
Yo pienso que no hablar de cosas inconvenientes es para este gobierno la mejor manera de manejarse. Sin embargo, también existen otros que sostienen que justamente la fortaleza del gobierno está en ser el blanco de todas las diatribas e injurias que se puedan imaginar. El semiólogo Eliseo Verón sostiene que: “El Gobierno y la señora Presidenta necesitan que los medios hablen lo más posible de ellos. La Presidenta, en particular, necesita desesperadamente que los medios hablen mal de ella, necesita sentirse atacada para poder operar. Un aspecto muy importante de la táctica comunicacional oficial consiste en incitar a los medios a producir crítica: es una trampa que hasta el momento ha funcionado bastante bien”.
Pero claro, nunca responder .
Aquí aparece ese dividir para reinar que crea enemigos inimaginables con tal de pigmentar las ideas en un negro y blanco que divida y distraiga a las masas.
Hoy ya se habla de negociaciones para salir impunes del mayor robo al pueblo argentino que se haya conocido en la historia.
Sólo nos quedarán 200.000.000.000 de U$D de deuda externa que ni nuestros hijos podrán terminar de pagar.
Pero, tal vez, con un poco de suerte, si Dios y la Virgen quieren, si no se lo decimos a nadie, si no hablamos de eso con nadie, milagrosamente desaparecerán.
Como por arte de magia.

Taluego.



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