Nazis en el Luna Park

El 13 de marzo de 1938 Hitler proclamó oficialmente el “Anschluss” o anexión de Austria al Reich Alemán. Días después, ante la indiferente reacción internacional, Hitler, con la intención de buscar apoyo, lanzó un plebiscito para el 10 de abril. El mismo no sólo se llevó a cabo en Alemania y la recientemente anexada Austria, sino que se instó a votar a los austríacos y alemanes de ultramar.

La Argentina se convertiría, en ese marco, en un importante protagonista. El 20 de febrero de 1938 había asumido la presidencia Roberto M. Ortiz y una de las situaciones heredadas del gobierno de Justo fue la creciente infiltración nazi en el país. Luego de conocida la anexión, el júbilo se hizo manifiesto en los círculos nazis porteños.

La embajada alemana pese a que no pudo realizar el plebiscito como ordenó Hitler -Ortiz tomó en cuenta las denuncias de los diarios como La Prensaque hablaba de “las pretensiones alemanas de extraterritorialidad”- organizó para el Domingo 10 de Abril de 1938, que 20.000 personas pro nazis se congregaran en el estadio Luna Park para festejar la Anschluss, que fue la anexión de Austria al Tercer Reich.


El acto fue considerado como la concentración pro nazi mas importante del mundo, y fue promovido por la embajada Alemana y destacados miembros de la comunidad germano-argentina.
En contraposición a dicho acto, ese mismo dia, la FUA (federación universitaria argentina) organizo un acto de repudio en Plaza San Martin, el cual fue reprimido por la policía mientras que el acto del Luna Park se llevo a cabo con total libertad. 
Dicha represión policial dejó un saldo de 2 muertos, 35 heridos y 55 estudiantes detenidos.

El mitín fue permitido por el Gobierno bajo un amplio operativo de seguridad. En las calles, el clima era marcadamente antinazi y pese a la prohibición oficial, la Federación Universitaria Argentina y grupos socialistas aliadófilos convocaron, para ese mismo día, a una contramarcha en las cercanías de la Plaza San Martín. 

Según la crónica de La Prensa, aquel domingo 10 de abril de 1938, las columnas al estadio Luna Park comenzaron a llegar pasadas las 9 de la mañana. “Era un público numeroso y entusiasta”. Las delegaciones austríacas y alemanas arribaron portando sus banderas e indumentarias nazis.

Ya dentro del Luna se pudo apreciar el escenario adornado con banderas alemanas con la cruz esvástica y argentinas, destacándose en la parte posterior del telón de fondo en rojo la inscripción “Heil Führer” y otra (en alemán) que decía “Un pueblo, una nación, un conductor”. 


Antes de comenzar los discursos, los presentes entonaron vivas a Hitler y frases de aprobación a la anexión. “Muchos miembros de las entidades nazis -relató La Prensa- quienes vestían camisas pardas y llevaban brazaletes con la cruz esvástica tuvieron a su cargo la ubicación del público realizada en un orden casi militar”. También hubo una banda que tocó diferentes marchas alemanas. De repente la música se detuvo y se escuchó el toque de un clarín.

Acto seguido ocupó el estrado el encargado de negocios de Alemania Erich Otto Meynen. Entre otros conceptos destacó la anexión de Austria “sin violencia ni sangre” y “el afecto de los austroalemanes hacia la Argentina” que definió como un “país hospitalario en el cual se sienten cómodos y orgullosos de cobijarse bajo sus instituciones y bandera”.

Luego de las palabras de Meynen se ejecutó el Himno Argentino, el público se puso de pie y la mayor parte realizó el saludo nazi con el brazo en alto. Otros oradores hicieron uso de la palabra y en el final, el estadio volvió a pararse y, brazo en alto, se juró fidelidad a la “Patria común” y a Hitler.

El himno alemán y el del nacionalsocialismo (“Horst Wessel Lied”) dieron el punto final al mayor acto realizado a favor del Tercer Reich fuera de Alemania. Según las fuentes más prudentes, concurrieron entre 12 y 15 mil personas.


Paralelamente, en las cercanías de la Plaza San Martin, la policía montada disolvió violentamente la contramarcha de la Federación Universitaria. En la retirada, hubo decenas de vidrieras rotas de locales de empresas alemanas, banderas quemadas, 57 detenidos y dos muertos. 

La Cancillería argentina se disculpó ante la embajada alemana. Al día siguiente, se conoció que el plebiscito convocado por Hitler había logrado una adhesión del 99 por ciento. Un verdadero afianzamiento del régimen nazi.

Fue a partir de este acto, por la difusión y envergadura que tuvo, que la situación en la Argentina para los nazis cambió y comenzaron a afrontar un breve período adverso. 

El diputado socialista, Enrique Dickmann presentó el 18 de mayo un proyecto para crear una comisión especial que investigaría las actividades “ilícitas” de organizaciones extranjeras. “El mal de la infiltración nazi-fascista ha adquirido extensión y profundidad. Su veneno es tan sutil y tan penetrante que muchos quedarán asombrados del estado actual del asunto en nuestro país”, advirtió Dickman.

Muchos argentinos tomaron conciencia de esas palabras cuando, a mediados de 1939, se conoció que en nuestro país funcionaban 203 escuelas alemanas que se mantenían por aportes privados y transmitían la cultura nazi. Ortiz, rápido de reflejos, reglamentó por decreto el funcionamiento de las asociaciones extranjeras. Además decretó la disolución del Partido Nacionalsocialista Alemán de la Argentina, que contaba con casi 70 mil asociados y decidió la expulsión de dos espías de la Gestapo.

En Diputados, el proyecto de Dickman hechó raíces y en 1941 se creó la famosa Comisión de Investigaciones de Actividades Antiargentinas encabezada por el diputado Raúl Damonte Taborda (UCR) e integrada por Silvano Santander (UCR) y Juan Solari (Socialista), entre otros.


Dicha comisión -que recibía información directa del Departamento de Estado norteamericano- concluyó que la Argentina fue el centro del espionaje y la propaganda nazi en el continente. Sin embargo, el peso de la Comisión disminuyó cuando asumió Castillo (un aliadófilo moderado) tras la renuncia de Ortiz. Por ejemplo, Castillo no le permitió usar más a la Policía para realizar allanamientos.

Pero la suerte de los nazis volvería a cambiar rotundamente tras el golpe de Estado de 1943 encabezado por un grupo de oficiales pro nazis con Perón a la cabeza. Las relaciones entre el gobierno militar y Berlín se profundizaron y los miembros de la Comisión fueron encarcelados y luego exiliados a Montevideo.

Tras la finalización de la Segunda Guerra y el triunfo de Perón en las elecciones, en 1946 Santander intentó la creación de una nueva comisión investigadora pero sólo logró que lo expulsaran de la banca. El aceitado mecanismo entre el peronismo y lo que quedaba del Tercer Reich estaba en pleno funcionamiento para dar asilo a los nazis que huían de la caza de brujas que los aliados realizaban en Europa.

http://www.laprensa.com.ar/405257-1938-Festejo-nazi-en-el-Luna-Park.note.aspx

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