El casorio en Argentina difiere en tantos aspectos al de otros lugares que uno no podrĂa generalizar a menos que contara con un blog de opiniĂ³n personal como Ă©ste. Es que si bien histĂ³ricamente las cosas han transcurrido de manera similar en casi toda LatinoamĂ©rica, cada sitio tiene sus particularidades. En una nota de nuestro blog amigo "Buenos Aires nos cuenta su pasado" podemos leer el siguiente resumen que no por lo escueto deja de ser interesante.
"En tiempos de ColĂ³n, si un español querĂa casarse en AmĂ©rica, debĂa valerse de las normas dictadas por la Iglesia (en el Concilio de Trento) y el Estado (las Partidas de Alfonso el Sabio). El problema era que esas normas no consideraban la uniĂ³n con las nativas americanas. Por eso, Fernando el CatĂ³lico autorizĂ³ en 1514 el matrimonio entre españoles e indios (manteniendo el lĂmite de edad establecido por las Partidas: 14 años para los varones y 12 para las mujeres).
"En tiempos de ColĂ³n, si un español querĂa casarse en AmĂ©rica, debĂa valerse de las normas dictadas por la Iglesia (en el Concilio de Trento) y el Estado (las Partidas de Alfonso el Sabio). El problema era que esas normas no consideraban la uniĂ³n con las nativas americanas. Por eso, Fernando el CatĂ³lico autorizĂ³ en 1514 el matrimonio entre españoles e indios (manteniendo el lĂmite de edad establecido por las Partidas: 14 años para los varones y 12 para las mujeres).
No todos podĂan formar una familia en tierras americanas. Por ejemplos, estaban prohibidas las uniones entre indios y negros. Esta norma no apagĂ³ las pasiones y en Buenos Aires tuvimos, en 1790, un caso “Camila O’Gorman” entre la mulata Manuela Rosalinda (26 años) y el indio JosĂ© ValentĂn Salazar (25). Huyeron hasta que fueron capturados en Pilar. No los ejecutaron, pero ambos recibieron penas y Ă©l fue alejado de la ciudad.
Tampoco podĂan casarse los funcionarios representantes ejecutivos de la corona española, ni los jueces. En este Ăºltimo caso se consideraba que, al contraer matrimonio con una dama de la sociedad en donde impartĂa justicia, se corrĂa el peligro de recibir presiones. AquĂ tambiĂ©n tuvimos una historia de amor truncada. La protagonizĂ³ el primer virrey del RĂo de la Plata y gobernante ejemplar, don Pedro de Cevallos, quien se enamorĂ³ de la porteña MarĂa Luisa Pinto. En este caso, el desenlace tuvo los condimentos novelescos, ya que Cevallos renunciĂ³ a su cargo, partiĂ³ a España a solicitar el permiso real para casarse y muriĂ³ envenenado antes de llegar a la corte. En Buenos Aires, MarĂa Luisa daba a luz a Pedrito Cevallos, quien terminĂ³ peleando en las filas de GĂ¼emes.
El 23 de marzo de 1776 -meses antes de que Cevallos se enamorara- se estableciĂ³ la obligaciĂ³n del permiso paterno para que pudiera llevarse a cabo la boda. Hasta ese momento, los padres solĂan interceder en las uniones que no aprobaban acudiendo a la justicia, donde intentaban probar que existĂa algĂºn impedimento. Esta norma facilitĂ³ el trĂ¡mite a los suegros disconformes.
Mariquita SĂ¡nchez escribiĂ³ que en su juventud eran comunes los casos en que el padre arreglaba el casamiento de su hija, quien se enteraba apenas cuatro o cinco dĂa antes de que se concretara. Ella misma protagonizĂ³ uno de los grandes escĂ¡ndalos sociales cuando durante la fiesta de esponsales (o de compromiso) dada en su casona, con apenas 14 años se negĂ³ a aceptar el candidato que su padre habĂa elegido para yerno. Aclaremos que ella estaba enamorada del joven MartĂn Thompson y su padre pretendĂa casarla con un señor de 36 años mayor que ella. La justicia virreinal tomĂ³ parte y, luego de tres años de expedientes se dictaminĂ³ que podrĂa concretar su casamiento.
Es necesario aclarar que la fiesta de esponsales solĂa tener mĂ¡s brillo social que el festejo del casamiento. Se consideraba que luego de una fiesta de compromiso estaba todo dicho y muchos padres ya no actuaban como perros guardianes de la hija que ya habĂa pasado por el trĂ¡mite de los esponsales (de paso, aclaramos que las palabra esposos proviene de los esponsales). A partir de la fiesta de compromiso, el plazo para que el novio concretara la boda era de dos años. Si no cumplĂa, podĂa ser obligado a pagar una dote o tambiĂ©n a casarse por la fuerza. Incluso podĂa ser encarcelado por inclumplidor.
El prĂ³ximo gran cambio definitivo fue la Ley de Matrimonio Civil de 1888. GenerĂ³ fuertes polĂ©micas y hubo matrimonios que apuraron su casamiento (por ejemplo, los padres de Florencio Molina Campos) para hacerlo solo por iglesia un dĂa antes de que entrara en vigencia, como una forma de protesta ante el nuevo sistema. Luego llegarĂa la tambiĂ©n controvertida Ley de Divorcio Vincular, de 1987. Aquel fue el Ăºltimo mojĂ³n antes de la sanciĂ³n de la Ley de Matrimonio entre personas del mismo sexo." Fin de la cita como dirĂa el amigo Mariano Rajoy.
Dicen que ya nadie se casa. En el Ăºltimo informe de la DirecciĂ³n Nacional de EstadĂsticas y Censos indicaron que se produce un divorcio cada dos matrimonios nuevos y que desde la dĂ©cada del noventa se detecta un incremento sostenido en la cantidad de divorcios.
Todo esto sin considerar que hay cada vez menos casamientos en la Ciudad. En un informe difundido sobre "Matrimonios en la Ciudad de Buenos Aires 1990-2013", se revelĂ³ que el nĂºmero anual de casamientos registrados en la ciudad se redujo casi exactamente a la mitad. PasĂ³ de 21.966 a 11.642.
Yo digo que se debe a que las minas estĂ¡n locas (lo digo por ser hombre y porque estuve divorciado) y el encargado de la playa de estacionamiento refuerza mi idea contĂ¡ndome que en la Ăºltima bĂºsqueda de personal, en la franja de los 22 a los 35 años, se presentaron un 95% de divorciados ( viviendo casi en la miseria para pasar alimentos).
La relaciĂ³n entre divorcios y matrimonios, desde mediados de la dĂ©cada de los noventa, muestra un incremento sostenido que se explica por el descenso de la cantidad de matrimonios, mientras el nĂºmero de divorcios permanece entre los 6000 y los 7000 por año.
En la medida en que aumenta la expectativa de vida las posibilidades de que una pareja se mantenga unida por decenas de años van desapareciendo.
Claro que cuando la gente se casaba en la colonia lo hacĂa a los 15 o 18 años, Su expectativa de vida rondaba los 30, asĂ que aguantar una vida de casado por 12 años no era un rĂ©cord que digamos. Pero casarse hoy en dĂa a los 24 o 30 (siempre recordar que a los 26 las mujeres sufren de la desesperaciĂ³n maternal) significa que uno debe lidiar con una mujer que se siente emancipada pero que debe ser mantenida por cerca de unos 60 años si Dios nos da paciencia y salud.
Mejor cĂ¡sese de viejo.
Si, ya sĂ©, lo mismo vale a la inversa, hombres desesperantes y mujeres estoicas, pero deje que en mi blog dĂ© mi opiniĂ³n libremente. Vale?
Cuando me puse de novio hace 50 años (me cuenta el mismo encargado de hace un rato) vivĂa a 20 kilĂ³metros de la casa de mis suegros. Los sĂ¡bados la podĂa invitar al cine siempre y cuando volviera a las seis de la tarde. Y si me invitaban a comer revioles al dĂa siguiente, tenĂa que recorrer los 20 kilĂ³metros ida y vuelta. -¿No me puedo quedar a dormir?- le preguntaba a mi suegro.- Si quiere comer ravioles venga mañana- Era la escueta respuesta. SĂ³lo pude quedarme a dormir la noche antes del casorio. Y duramos 50 años y tal vez unos cincuenta mĂ¡s.
Los tiempos han cambiado y el futuro se muestra diverso, sin ataduras ni reglas donde cada uno podrĂ¡ hacer de su culo un florero en la medida en que no haya menores implicados.
Vienen Ă©pocas donde la palabra misma "Matrimonio" o "Maridaje" sĂ³lo se aplicarĂ¡ al ensamblaje de autos y a combinaciones de bebidas y carnes.
Taluego.
En la medida en que aumenta la expectativa de vida las posibilidades de que una pareja se mantenga unida por decenas de años van desapareciendo.
Claro que cuando la gente se casaba en la colonia lo hacĂa a los 15 o 18 años, Su expectativa de vida rondaba los 30, asĂ que aguantar una vida de casado por 12 años no era un rĂ©cord que digamos. Pero casarse hoy en dĂa a los 24 o 30 (siempre recordar que a los 26 las mujeres sufren de la desesperaciĂ³n maternal) significa que uno debe lidiar con una mujer que se siente emancipada pero que debe ser mantenida por cerca de unos 60 años si Dios nos da paciencia y salud.
Mejor cĂ¡sese de viejo.
Si, ya sĂ©, lo mismo vale a la inversa, hombres desesperantes y mujeres estoicas, pero deje que en mi blog dĂ© mi opiniĂ³n libremente. Vale?
Cuando me puse de novio hace 50 años (me cuenta el mismo encargado de hace un rato) vivĂa a 20 kilĂ³metros de la casa de mis suegros. Los sĂ¡bados la podĂa invitar al cine siempre y cuando volviera a las seis de la tarde. Y si me invitaban a comer revioles al dĂa siguiente, tenĂa que recorrer los 20 kilĂ³metros ida y vuelta. -¿No me puedo quedar a dormir?- le preguntaba a mi suegro.- Si quiere comer ravioles venga mañana- Era la escueta respuesta. SĂ³lo pude quedarme a dormir la noche antes del casorio. Y duramos 50 años y tal vez unos cincuenta mĂ¡s.
Los tiempos han cambiado y el futuro se muestra diverso, sin ataduras ni reglas donde cada uno podrĂ¡ hacer de su culo un florero en la medida en que no haya menores implicados.
Vienen Ă©pocas donde la palabra misma "Matrimonio" o "Maridaje" sĂ³lo se aplicarĂ¡ al ensamblaje de autos y a combinaciones de bebidas y carnes.
Taluego.
Fuentes: buenosairesnoscuentaelpasadoye.blogspot.com.ar y La NaciĂ³n
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