La nueva moda intelectual

Aún desde mi más profunda ignorancia llego a darme cuenta que ser intelectual en estos días se está convirtiendo en una labor peligrosa que incluso lo puede arrastrar al suicidio sin que usted se llegue a percatar.
Si algo ha caracterizado a los intelectuales en cualquier lugar del mundo es el intentar ir contra las corrientes y detectar aquello raro y extraño que pueda ser tema de conversación y debate. Ya no alcanza con leer a Cortazar, mencionar a Hawking, escuchar a Mehldau o parafrasear a Borges mientras se analiza simultáneamente a Fromm y al viejo Freud. Todo eso ya es out, demodé, obsoleto y hasta rayano en lo ridículo. Hoy usted tiene que asistir a grupos de análisis de la obra de Lacan y disfrutar o practicar el arte del Butoh.
Abandone su taller literario donde analizan el "100 años de soledad" de Gabo o sus clases de flamenco que tanto le han costado y arrojese a los brazos de una aventura, de un desafío a su intelectualidad que posiblemente no le brinde otra alegría más que ver la cara de asombro, ignorancia o repulsión que pondrán sus amigos y familiares.
Claro que el desafío es encontrar algo extraño o debatible  y así lograr una pertenencia en ese pequeño grupo de intelectuales que, lejos de la politiquería de Carta Abierta, hoy en día intenta ligar la nueva moda que relaciona la psicología con el arte más oscuro que se pueda encontrar: el Butoh de la mano de Lacan.

El Ankoku Butó que por estos pagos algunos conocen simplemente como Butó o Butoh  no es otra cosa que el nombre utilizado para denominar a una danza creada allá por 1950 por Kazuo Ohno y Tatsumi Hijikata, quienes conmovidos y un poco locos como consecuencia de los fatídicos bombardeos atómicos sobre Hiroshima y Nagasaki, comenzaron una búsqueda de lo que denominaban un nuevo cuerpo, el cuerpo de la postguerra, pero en el plano artístico. Claro que por aquella época todos estaban profundamente perturbados por las reiteradas imágenes fotográficas de sobrevivientes que llenaban las calles, caminando con sus cuerpos quemados y con los globos oculares reventados y colgando sobre sus mejillas. Algo, por cierto, poco recomendable para nuestras pobres almitas.
Pero aunque usted no lo crea, de allí nació el Butó, la "danza hacia la oscuridad", algo que podemos tildar como una verdadera Danza Macabra.
Si usted se preocupaba porque su hija se había hecho "Dark" , le gustaban las pelis de vampiros o era francamente gótica, deje de hacerse problema, si le gustara el Butó sería mucho, pero mucho peor.


Esta danza se caracteriza por movimientos lentos, expresivos y por lo general imaginativos. La temática del butó es tan grande como poco clara, tocando temas fundamentales de la existencia humana y por eso relacionándose directamente con el psicoanálisis moderno. Es habitual improvisar sobre las transiciones de estados anímicos y, al mismo tiempo, el cambio de la forma física del cuerpo humano ya que el bailarín de Butó cambia mediante la danza convirtiéndose en distintos objetos, figuras, en fin, en distintos cuerpos. 
Para que usted detecte si se trata de Butoh o de tintoreros bailando un tango le cuento que es habitual que los intérpretes actúen desnudos o pintados totalmente de blanco.

Como para muestra vale un botón, creo que basta mencionar que la primer obra butó fue Kinjiki (Colores prohibidos), de Tatsumi Hijikata, basada en la novela del mismo nombre del poeta Yukio Mishima,  estrenada en 1959. La obra exploraba el tema de la homosexualidad y terminaba con la muerte por asfixia de un verdadero pollo vivo entre las piernas del actor Yoshito Ohno, y Hijikata persiguiéndole en la oscuridad del escenario. Al público, como a usted, no le gustó nada la imagen y terminaron expulsando al dúo del festival.

Pero como querían hacerse famosos a todo coste, en otra de sus obras Tatsumi Hijikata bailaba con los ojos desorbitados, una falda rosada y un pene metálico de grandes proporciones atado a su pubis. Siguiendo este camino profundizó en lo grotesco, lo oscuro y lo decadente, mientras exploraba la transmutación del cuerpo en otras formas como humo, polvo, fantasmas o animales. Incluso  intentó un pedo.
El Butó quedó olvidado hasta que en los 80 un grupo lo revivió con la idea de alimentar las mentes aburridas de los intelectuales modernos.
Que lástima.


Claro que si eso no le alcanza intelectualmente, puede torturarse haciendo un curso para la interpretación de Lacan, ya que los lacanianos suelen tener muchísimo que interpretar sobre lo que este extraño personaje ha dicho o piensan que quiso decir.
¿Usted se pregunta quién demonios es este tal Jacques Lacan?

Lacan fue un médico psiquiatra y psicoanalista francés conocido por los aportes teóricos que hiciera al psicoanálisis y aunque fue poco respetado por sus contemporáneos, dicen que tuvo una forma de pensar muy profunda, muy compleja y muy difícil de entender. Él mismo comentaba que su trabajo era complejo a propósito porque si resultaba demasiado claro, las personas que lo escuchaban no iban a tomarse el trabajo de elaborar lo que había expuesto; de ahí que para entender a Lacan muchas veces haga falta revisar algunas ideas asistiendo a cursos interminables donde se analiza hasta los puntos y comas de sus tratados. 
Esto es así aún cuando planteaba que las personas cuando nos comunicamos las unas con las otras no sabemos lo que decimos ni tenemos claro cuales son las intenciones que nos mueven a hablar como hablamos o a comportarnos como nos comportamos.
El 90% de su obra está centrada alrededor de Freud, es decir, él se dedicó a extender los alcances de la teoría freudiana y un buen 10%, han sido aportes personales. O sea, un aprovechador.


El psicólogo Dylan Evans señala: “Los discípulos de Lacan simplemente asumen como verdad cualquier frase que “el maestro” diga. Importa comprender ¿Qué quiso decir el maestro con esa frase? Pero jamás está en cuestión ¿Estaba él en lo correcto? Sus textos son como escritura santa."

El psicólogo argentino Alfredo Moffatt dice: “ los profesionales de la salud mental, en vez de abrir los consultorios a la problemática de la violencia, la droga, las crisis, hacen el camino inverso y se terminan de encerrar en los consultorios, con terapias cada vez más ortodoxas. Acá es donde importamos a Jacques Lacan y su teoría, donde la complejidad del lenguaje llega a ser totalmente hermética. Pensamos que esta evitación de la realidad, de la escuela lacaniana, que domina actualmente el campo de la psicoterapia, fue funcional en nuestro país por su capacidad de negar lo que sucedía. Durante la dictadura militar, contaminarse con lo real era muy peligroso, un paciente militante “quemaba”"

Se ha criticado también a Lacan por sus propias afirmaciones sobre el psicoanálisis, ya que el 26 de febrero de 1977, en una conferencia que dictó en Bruselas y fue publicada por Le Nouvel Observateur, Lacan dijo: “Nuestra práctica es una estafa, fanfarronear, hacer pestañear a la gente, deslumbrarla con palabras rebuscadas, es lo que habitualmente llamamos “rebuscado”. (…) Desde el punto de vista ético, es insostenible nuestra profesión; es por eso que me enferma, porque tengo un superyó como todo el mundo.

Este ser humano tan repulsivo en su forma de ser y hablar, que ha sido ignorado ampliamente durante muchos años y que ha tomado relevancia desde que sus adeptos lo han puesto de moda, cuenta incluso con una muy recomendable página denominada LACAN ES UN CHANTA (haga click para ir)  donde se toman el trabajo de desenmascarar su actividad.


Como le decía, ser intelectual en el 2013 puede ser una actividad peligrosa, pero le aseguro que pertenecerá a una élite a la que la gran mayoría del pueblo no podrá pertenecer, ni tendrá ganas de hacerlo.

Taluego.

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